Los Sirianos Proporcionan Asistencia a los Refugiados Libaneses: Una Contra-narrativa

Te perdona si pensabas que mi titular tenía que haber sido «Los Libaneses Proporcionan Asistencia a los Refugiados Sirianos.» ¿Quiénes son los refugiados libaneses?

No aparecen en las noticias sobre la crisis en Siria. De hecho, los que conocí técnicamente no son refugiados. Pero hay cientos de familias libaneses que vivían en Siria antes de la guerra, algunos por generaciones, quienes unieron con sus vecinos para huir sus casas y la violencia envolvente e irse a Líbano, esperando un buen puerto. Esto es lo que consiguieron:

Aunque la historia que deseo contar está atrasada, no la puedo dejar sin contar. Es una «contra-narrativa» – una historia que no se toma la misma posición como la corriente principal, sino en contra, o al lado, o detrás. Es la clase de historia que a veces se ahoga por el griterío de los titulares sobre los refugiados sirianos en Líbano que ocupan de ayuda, toman trabajos, o incitan a violencia.

Recientemente un par de amigos míos me han inspirado a pensar más en contra-narrativas. Cineasta Gregory Berger crea sátiras que examinan asuntos desde el virus H1N1 hasta fracking, y actualmente está produciendo una película que pone un ojo crítico a la manera que los medios han cubierto las dificultades de los migrante centroamericanos en México. Periodista Sharmine Narwani se especializa en contra-narrativas sobre la política del Medio Oriente, y aunque nuestras opiniones divergen con frecuencia, siempre aprecio que me comparte su perspectiva. Ella me inspira cuestionar más y pensar con más profundidad sobre mi propio punto de vista.

Sin importar si se base en los medios de comunicación o en la cultura popular, las contra-narrativas tiene el poder para ampliar nuestras perspectivas. La película Maléfica reimagina el cuento clásico de la Bella Durmiente desde el punto de vista de la hada malvada quien echó una maldición sobre la Princesa Aurora. Aprecié que la película dio la oportunidad a comprender la complejidad de los motivos de Maléfica, y a descubrir una definición fresca del «amor verdadero.» Una narrativa tradicional está volcada y una historia paralela revelada.

Las contra-narrativas también tienen el poder a sacarnos de nuestra zona de comodidad. La foto desgarradora de Fabienne Cherisma, una jóven haitana matada por accidente en el caos pos-terremoto, se queda en mi mente debido a su contra-narrativa inolvidable – un imagen que captó los fotógrafos que se arremolinaron a su alrededor.

Historias detrás, o debajo, o al par de la historia principal. Coexistiendo, cruzando, o la cara y cruz de la misma moneda. La historia que les quiero compartir también es imprevisto.

Al principio de mayo asistí una distribución de ayuda alimentaria en el pueblo de Arsal, en el noreste de Líbano, cerca de la frontera con Siria. Estuve orgullosa de haber ayudado a recolectar y empacar la comida, gracias al Día Global de Servicio de Boston University y a los amigos y parientes en Beirut y por todo el globo quienes donaron para proveer insumos. Juntos con la ONG local foodblessed, preparamos 130 cajas, cada uno con insumos para 100 comidas más algunos artículos de higiene básico. A través de su trabajo con Lebanese 4 Syrian Refugees, quienes por su parte trabajan con la organización Shabaab il Oumma (Jóvenes para el Pueblo) para identificar un subgrupo especial de familias necesitadas: refugiados libaneses.

Como los sirianos, estas familias fueran forzadas por la violencia abandonar sus hogares, posesiones y trabajos en Siria. Pero siendo libaneses por nacionalidad, estaban huyendo a su patria, no de ella. Y por eso no califican por asistencia de ACNUR (la Agencia de la ONU para los Refugiados). Como libaneses, estas familias tenían que dirigirse al «Higher Relief Council,» un departamento del gobierno libanés que sufre escándalos de corrupción. No hubo respuesta. Asi que Shabaab il Oumma decidió apoyarlas.

Los representantes de Shabaab il Oumma habían organizado los beneficiarios, invitando a las familias registrarse con anticipación por asistencia. Cada familia recibió una tarjetita que sería recogido en cambio por la ayuda alimentaria. Dos hombres jóvenes con SiO – uno callado y sereno, el otro gregario y sonriente – se ocuparon del trabajo pesado de levantar las cajas de comida. El resto del grupo de voluntarios de SiO eran mujeres jóvenes, adolescentes entre 15 y 18. Todos los voluntarios eran refugiados sirianos.

Las adolescentes pasaban por turnos a la cabeza de la fila de «refugiados» libaneses, recogiendo las tarjetitas con cuidado, verificando los datos contra su lista de registración, y entonces llevando a cabo cada distribución. Los beneficiarios tenían paciencia mientras esperaban su turno con calma. Cuando cualquier siriano llegó para ver lo que se distribuía, las chicas explicaron con cortesía que esta distribución estaba destinado solamente a los libaneses, y los negados se fueron sin rencor.

Muchos de los beneficiarios ya llevaban dos años en Líbano. Nos contaron que nuestra asistencia fue la primera que habían recibido.

Cada una de las jóvenes tenía su propia historia para contar, de educaciones blocados, de padres con trabajos matadores en las canteras de granito donde se paga un escaso 10,000 lira (US$6) por día. Contaron de profesores locales que pidieron sobornos para permitir que los sirianos asistieron sus clases – sobornos que las adolescentes no pueden alcanzar.

«Mis sueños están rotos,» me contó una de las chicas.

Pero no se mostraron amargura o rabia, sino determinación. Una de las jóvenes se ha mantenido contacto conmigo, y me dice que ellas han organizado una escuela para proporcionar una educación a los más pequeños. Me cuenta que se han asustado mucho por los bombardeos que Arsal sufrió durante agosto, pero que no se rinden.

Estos sirianos se han perdido todo y viven en una situación muy precaria y escalofriante, pero al dar la vuelta, ofrecen una mano a los demás. Es cierto que sirianos en Líbano están poniendo mucha presión en los recursos del país, y trágicamente es cierto que hay sirianos en Líbano vinculados con violencia acá. Pero es igual de cierto que hay sirianos en Líbano, y muchos, que se dedican a apoyar los que ven con necesidades, sin discriminar.

Refugiados sirianos apoyan libaneses necesitados.

Lo que más aprecio sobre las contra-narrativas es que nos recuerdan que nadie tiene un monopolio en la verdad. Esta fue una historia que se tenía que contar.

 

Contando Bendiciones (en lugar de Ovejas)

When I’m worried and I can’t sleep / I count my blessings instead of sheep

And I fall asleep / Counting my blessings

Irving Berlin (cantado por Bing Crosby)

(Cuando tengo preocupaciones y no puedo dormir, conto mis bendiciones en lugar de ovejas, y me quedo dormido, contando mis bendiciones….)

Coche bombas en el este de Líbano, guerras por las calles de Trípoli, un millón de refugiados en un país de cuatro millones. Con todo lo que está ocurriendo aquí en Líbano y en la región, contando las bendiciones de uno de repente se hace muy fácil.

¿La familia intacta? Sí. ¿Un techo sobre mi cabeza? Sí. ¿Una buena escuela para mis hijos? Sí. ¿Asistencia médica adecuada? Sí. ¿Suficiente comida para todos? Una abundancia para decir la verdad.

Estoy bendecida con familia/albergue/educación/salud/comida.

Apropiado entonces, que comparto algo de la abundancia con la iniciativa que alivia hambre en Líbano, foodblessed («bendecidos con comida»).

Escuché de foodblessed por la primera vez la primavera pasada, cuando la escuela de mis hijos organizó una colecta de comida para su beneficio. Foodblessed trabaja en varias maneras para apoya familias e individuos hambrientos:

  • Comedores de beneficencia a Beirut que proveen almuerzos
  • Entrega de comida a pacientes con SIDA confinados a casa
  • Entrega de cajas de comida a refugiados sirianos y libaneses vulnerables

La organización se opera totalmente a base de voluntarios, y cuando hicieron una llamada para más voluntarios al principio de este año, decidí juntarme con ellos a uno de los comedores cerca de mi casa. Cada jueves sirvo arroz con guisado (o spaghetti con salsa boloñesa, o platos tradicionales libaneses como el kibbe) a entre 25 y 40 personas. Otra voluntaria les sirve ensalada, otro les da el postre, y una de las monjas de la iglesia que presta el espacio para el almuerzo da cada uno su pan y cubiertos.



Me alegro dar una hora y media de mi tiempo cada semana. Como es típico cuando uno se ofrece como voluntario, obtengo mucho más de lo que doy. Obtengo la oportunidad a practicar mi árabe, a conocer muchas personas (tanto clientes como co-voluntarios) que sin esta actividad no habría conocido, y a sentir que estoy haciendo algo, pequeña que sea, en la cara del crisis que sigue aumentando para la gente necesitada en Líbano.

El 12 de abril es «Día Mundial de Servicio», y mi alma mater, Boston University, se anima a sus graduados participar en un evento de servicio durante el mes de abril. No han habido eventos organizados en ningún lugar que he vivido durante la última década, así que este año decidí tomar las riendas y ofrecí ser la organizadora del evento de servicio a Líbano. Ahora estoy en medio de una colecta de comida, y en el 5 de abril, me juntaré con otros graduados de BU, nuestros familias y amigos, para empaquetar «cajas de despensa» para familias e individuos hambrientos. Cada caja contiene suficiente insumos para preparar 100 comidas.

Tal vez ya has visto uno de mis llamamientos a Facebook, y perdóname si me estoy repitiendo. Pero quise compartir un poco más sobre lo que estoy haciendo, y mis razones por hacerlo. Y si esta instalación de mi blog te hace pensar en tus propias bendiciones, toma un momento para contarlas.

Si encuentras que las tengas en abundancia, tal vez puedes considerar compartiendo una:

http://www.volunteerforever.com/volunteer_profile/amy-robertson

 




En febrero foodblessed entregó 50 cajas de comida a refugiados afuera del pueblo de Arsal en Líbano del noreste, una tierra de nadie donde las agencias internacionales no logran entrar.

Créditos de foto: Ruth Moucharafieh

Beirut – Tienes Que Ver, Tienes Que Hacer

La inestabilidad, coche bombas, y aún te vas para Beirut. O tal vez ya estás aquí. ¿Qué hacer ahora?

Aquí hay algunas sugerencias mías, publicados en AOL travel.

Suficientes ideas para mantenerte ocupado por unos días a Beirut, además de ideas para tu tiempo libre, desde noches de marcha hasta fines de semana fuera ciudad.

Ya cuando te hayas terminado aquellas sugerencias, y te quieres quedar cómodo en el sofá mejor, yo debería haber terminado con mi lista de «Tienes Que Leer» para Beirut, y te mantengo ocupado.

Libros y Bombas

Según los críticos, The Goldfinch (El Jilguero) por Donna Tartt ha sido el libro del año por 2013. Leí reseñas entusiastas en las revistas Time y O por Oprah, y vi que el libro ganó primer lugar en la lista de los 20 Mejores Libros del 2013 por Amazon. La trama por alguna razón no me atraía – algo de un joven quien roba un cuadro de un museo, el hampa del arte. Pero cuando la versión apareció como un «daily deal» por apenas $2.99, decidí darlo una oportunidad. Lo empecé a leer la semana pasada, y a raíz de dos coche bombas aterradoras en Beirut, palabras en el primer capítulo del libro me retumbaban la mente.

«…hubo un destello negro, con escombros moviendo y girando alrededor mío, y un rugido de viento caliente me estrelló y me tiró al otro extremo de la sala.»

Un amigo de un amigo trabaja en una oficina justo adelante donde explotó una bomba el 27 de diciembre a Beirut. El estampido sónico desató ondas tan fuerte que lo tiraron al suelo. Por suerte – pues, no tanto suerte sino previsión trágica – las ventanas de la oficina tiene una capa de película que les hace inastillable, o si no, nuestro amigo y sus colegas habrían quedados cubiertos de fragmentos de vidrio.



(1) En los EEUU la publicidad para película para vidrios enfoca en la protección contra robos y tormentas. (2) Están apareciendo anuncios para película para vidrios a Beirut, pero para razones distintas…

 

«…me dolía por todas partes, mis costillas dolían y mi cabeza sentía como que alguien me había golpeado con un tubo de plomo. Yo estaba manipulando mi mandíbula… cuando me ocurrió bruscamente que no tuve idea dónde estaba. Yacía con rigidez, con la consciencia aumentando que hubo algo gravemente erróneo. La luz estaba mala, y el aire también: afilado y acre, una niebla química que me quemaba la garganta. El chicle en mi boca estaba arenoso, y cuando – la cabeza a punto de estallar – me di la vuelta para esculpirlo, me encontré parpadeando a través de capas de humo a algo tan ajeno que me quedé mirando por momentos.»

No son las palabras de mi amigo relatando su experiencia, sino la imaginería vívida de Tartt. Ella nos permite imaginar cómo los transeúntes – los que sobrevivieron el ataque del 27 y la bomba posterior el 2 de enero – podrían haber sentido después de las explosiones.

Admito, soy introvertida por naturaleza (de ahí una escritora, y no una actriz). Libros e historias me permitan comprender las experiencias, emociones y pensamientos de los demás, y me ayudan a poner en perspectiva los míos. Libros nos trasportan, y los mejores hasta nos pueden transformar. Así que, naturalmente acudí a los libros para ayudarme a entender mejor mi nuevo hogar cuando me trasladé a Beirut. (Si les interesa una lista de recomendaciones pero en inglés, chequea la versión en inglés de mi blog la semana que viene.)

Mi pasión por los libros lo hizo aún más doloroso leer que atacaron una biblioteca importante a Trípoli (en el norte de Líbano, cerca de la frontera con Siria) el 3 de enero. El dueño de la biblioteca es un sacerdote griego ortodoxo, y unos extremistas quemaron la biblioteca en respuesta a rumores que corrieron diciendo que el padre había escrito un artículo publicado en línea que insultaba Islam y el Profeta Mohamed. (Según las Fuerzas Internas de Seguridad de Líbano, «El Padre Sarrouj no tiene nada que ver con el artículo y la fuente del sitio web es de Dinamarca y fue publicado el 7 de enero 2010.») Destruyeron casi dos-terceros de los 80,000 volúmenes de la biblioteca.

Los libaneses de todas afiliaciones políticas y religiosas se han juntados con indignación, reuniéndose para reemplazar los volúmenes de la biblioteca y restaurar el edificio.

Los a Líbano (o hasta en Michigan o Florida, donde también hay puntos de acopio!) pueden contribuir libros que son nuevos o casi-nuevos. Si el efectivo sea más conveniente, hay una colecta en línea para recaudar US$35,000 para ayudar a reparar la biblioteca, reemplazar algunos de los textos de valor especial que fueron quemados, y diligentemente, para instalar un nuevo sistema de seguridad.

Hasta ahora he leído un tercero de El Jilguero, pero ya lo recomiendo sin reservación (la versión en español estará disponible en junio de este año). La escritura es sedosa y vívida, y las emociones retratadas con tanta habilidad en la página que me parece que no importa de qué se trata la trama – Tartt podría escribir de algo tan mundano como una visita al supermercado y sería fascinante. Cómo los giros de la trama se resolverán al final de las 755 páginas, no puedo ver con claridad.

Igual como la historia de Beirut.

Aún estoy aquí, viendo con ojos que no puedo cerrar mientras la historia de Beirut sigue desplegando delante de mí. Esperando que Beirut no tendrá que esperar el equivalente de 755 páginas antes de ver una resolución. Preguntándome con preocupación qué forma tomará esa resolución.

Caminatas en Líbano – a Horsh Ehden

La semana pasada fue la celebración musulmana de Eid-al-Adha, lo cual (según Wikipedia) honora la disposición del profeta Abram a sacrificar su joven hijo en un acto de sumisión a la voluntad de Dios, y la aceptación de su hijo a ser sacrificado, antes de que Dios interviniera, proporcionando a Abram un cordero a sacrificar en lugar de su hijo. Es uno de las celebraciones musulmanes más importantes del año. Mi esposo recibió tan solo un día de feriado, pero mis hijos recibieron cuatro (!), y quise aprovechar a hacer turismo.

(Wikipedia también reveló que Eid-al-Adha dura cuatro días, supongo que fue por eso la vacación de la escuela duró así tanto.)

Bueno, el feriado oficial para Eid fue el martes pasado, así convencí a mi esposo escapar temprano del trabajo el lunes, metimos los niños en el carro, y manejamos al norte, al pueblo de Ehden. Queda tan solo 90 minutos de Beirut, pero cuando vives en un país de estampilla, te acostumbras a distancias cortas y 90 minutos parece más de lo que se puede hacer en un solo día, así que decidimos pasar la noche allá.

Salimos de la carretera principal para subir las montañas al este unos pocos kilómetros antes de Trípoli – una ciudad que no hemos visitado todavía debido al combate que revienta en la ciudad de vez en cuando, como resultado de la guerra que excede de la frontera con Siria. Pudimos ver Trípoli desde la carretera, y de lejos se miraba tranquilo y bello.

Llegamos a Ehden, que pudiera haber sido un pueblo de montaña en Italia o Croacia – callejones serpenteantes, negocios chiquitos rodeando una plaza central, una capilla que se dice es la iglesia Maronita más antigua del Líbano.

San Mama, del año 749 A.D.

(Hay una cantidad desmesurada de hoteles a Ehden por ser un pueblo tan pequeño, reflejando su popularidad como un destino estival, para escapar el calor. Hacía «solo»28 grados cuando nos fuimos de Beirut, pero de hecho escapamos el calor – era propio frío a Ehden, y nos alegramos de haber empaquetado suéteres al último momento.

El hotel nos parecía excesivamente caro por un estándar Americano/Europeo, pero es normal para Líbano (parece que la bajada dramática de turistas ricas del Golfo durante los últimos 18 meses no ha llevado los hoteleros a bajar los precios). Pero sí fue lindo, una casa tradicional libanesa renovado y convertido en hotel boutique, ubicado al par de la plaza. (Estar al par de la plaza no era tan lindo a las tres de la madrugada, cuando los últimos de los juerguistas de Eid se gritaban de un lado de la plaza al otro, pero sí lo disfrutamos cuando salimos a pasear en el pueblo al anochecer.)

El restaurante del hotel había cerrado cuando la estación estival terminó. En su lugar, el personal del hotel nos acompañó a un restaurante pequeñito de solo dos mesas que se llama Abou Simón. Abou Simon (el papá de Simón) es un soltero mayor (¿viudo? ¿divorciado? me pareció impertinente preguntar) quien elabora sus propios escabeches y mermeladas, y barbacoa cualquier tipo de kebab sobre las brasas afuera del local, sin jamás quitar su blazer de tela escocesa. Estuvimos todos algo tensos cuando el personal del hotel nos dejó, porque el inglés de Abou Simón fue tan pobre como nuestro francés. Luego descubrimos que él vivió por más de una década a Venezuela, y con alegría cambiamos al español. Para el final de la comida (compuesto de verduras, quesos, pinchos de pollo, carnero y albóndigas, todos ultra-frescos y ultra-deliciosos), éramos amigos queridos.

El día siguiente, nos dirigimos a Horsh Ehden, una reserve natural, para una caminata. Como estuvimos en las montañas, la primera hora era una subida tortuosa (pero si te ocurre ir y no estarás con una niña reacia de ocho años, la subida se puede caminar en la mitad del tiempo). Nuestros esfuerzos se premiaron con un escenario hermoso de árboles deciduos que se había hecho dorados, y una foresta de los famosos cedros de Líbano como telón de fondo.


Después de tanto caminar, estuvimos afamados, pero igual quisimos empezar la calle a casa. Bajamos de las montañas al mar, y llegamos a Batroun, donde nos paramos para la comida. Suéteres al anochecer, y nadadores el día siguiente. Al principio me dio lástima que no había traído los trajes de baño de mis hijos, pero no debería haberme preocupada. Mi hija no le permite a nada pararla, y después de comer se tiró al mar para nada, tal como estuvo, zapatos y todo. Un día glorioso.

Soldados y Superhéroes

«Veo que la ropa de camuflaje es bien popular para otoño,» observé a mi cuñada, mientras que estuvimos de compras en Italia al final de agosto.

Mi cuñada es venezolana. «Lo sé, y no lo entiendo. Supongo que creciendo en Venezuela, con soldados por todos lados…» dijo frunciendo el ceño. «Nunca me pondría algo militar.»

Yo crecí en el noroeste del estado de Washington (de no confundir con la ciudad/capital, Washington D.C.), donde hay una importante base militar estadounidense (Fort Lewis). Soldados armados no formaron parte de mi niñez, pero sí era común ver soldados de permiso a los centros comerciales – y no eran por nada una presencia amenazante. Tuve que confesar a mi cuñada que yo había comprado para mi hijo un par de cosas de diseño camuflaje en el último año: pantalones cortos y una tapa para su Kindle. A él le fascina la mega-tienda Cabela’s, que vende productos para camping y la caza, pero me estoy engañando si me digo que hay una diferencia entre eso y comprar cosas de la tienda «Army & Navy Surplus» (excedentes de las Fuerzas Armadas y la Marina).

A pesar de mi actitud relajada en relación a la moda camo, esta cartelera a Beirut sí me dio que pensar.

Líbano sufrió 15 años de guerra civil en su historia relativamente reciente, fue bombardeado en 2006 por más de 30 días consecutivos por su vecino del sur, y está al borde de estar metido en una guerra regional por su vecino del norte. A mí, me hace pensar que se debería evitar una glorificación del ejército. Pero tal vez si eres ciudadano de un país que está alerta a todo momento debido a amenazas tanto internas como externas, se llega a la conclusión opuesta.

Esta compañía Lebraz tiene carteleras en varios lugares de la ciudad. Esta es la cartelera más grande que vi de ellos, pero tienen otras más pequeñas con otros motivos. Además del estereotipo de soldados para niños, hay una línea estereotípica para niñas también, de princesa. (Alimentando la compleja de princesa – otra práctica problemática del labor parental, de la cual nuevamente soy culpable.) Pero me animé cuando, después de un par de días de buscar, vi que Lebraz ofrece un tercer motivo: Superhéroe.

Podríamos hacer buen uso de unos superhéroes hoy en día. ¡Que vengan!

Pensando en Siria y Comiendo a Tawlet

Estoy pensando mucho en Siria, y no es solamente porque vivo en el Medio Oriente. De los periódicos estadounidenses que leo en línea, y de las llamadas que recibimos de la familia de mi esposo en Italia, veo que hay muchos pensando en Siria en los EEUU y por toda Europa también.

Aquí en Líbano:

Voy al parque…. y hablo con otros papás y mamás sobre Siria.

Salgo de noche a cenar con mi esposo y nuestros amigos…. y hablamos de Siria.

Paso por la casa de una amiga… y con nos esforzamos a evitar el tema de Siria mientras tomamos un café. Pero… la televisión está encendida mientras que damos unos sorbos a nuestro ‘ahwe, y CNN no habla de otro que Siria.

No me alcanza el tiempo para mantenerme al día con todo que hay para leer sobre Siria. (Pero si te interesa el tema y no te molesta leer en inglés, aquí hay una lista – actualizado con regularidad – de artículos recomendados en línea, creado por el periodista Bill Moyer.) Ayer encontré una frase que me resonó, aunque si ya son dos meses desde que se publicó en Foreign Affairs:

«Las reglas de Las Vegas no se aplican a Siria: lo que sucede en Siria no se quedará en Siria.» *

Eso ya está claro para los vecinos en Líbano. Con 630,000 refugiados registrados y cientos de miles más Sirianos viviendo sin registrarse en Líbano, ya sabemos que lo que sucede en Siria no se queda en Siria. Con secuestros tras-fronteras – algunos para venganza, otros para el rescate – aumentando, ya sabemos. Con dos coche bombas a Trípoli y una a Beirut el mes pasado, ya sabemos. Y lo que no sabemos, especulamos. Los vecinos en Israel ya están abasteciendo con máscaras antigás, por si un ataque estadounidense podría significar que Siria responde con armas químicas en Israel. Aquí en Líbano nos preocupa que un ataque estadounidense en Siria podría, por ejemplo, resultar en un ataque por el grupo libanés Hezbolá contra Israel, que a su vez seguramente resultaría en un ataque israelí contra Líbano. (La última guerra entre Hezbolá e Israel tomó lugar en 2006, y en tan solo 34 días resultó en 1,191–1,300 muertos libaneses, and 165 muertos israelíes, y otros millón libaneses y 300,000–500,000 israelíes desplazados de sus hogares.) Líbano intenta mantenerse afuera de la ecuación siriana con su política oficial de «disociación» por buenas razones.

Sin embargo…

¿Qué es la vida sin alegría? Nour Malas escribió en el Wall Street Journal que hasta hay un negocio que vende vestidos de novia en el campamento de refugiados Za’atari en Jordania. Las parejas están eligiendo vivir en el momento en lugar de sufrir la incertidumbre enloquecedora, cambiando inercia por acción.

Igual, el domingo yo estuve decidida salir de la jungla de asfalta, y recordarme de la belleza de Líbano. Llevando mi marido, mis hijos, y hasta otra familia, fui al Valle de Beká para probar el restaurante Tawlet Ammiq. Un día para disfrutar un buen almuerzo, una copa de arak, y la compañía de buenos amigos.

Tawlet (que significa mesa en árabe) es un restaurante orgánico operado por la comunidad, en la orilla occidental del Líbano oriental. El menú varía cada fin de semana según lo que las mujeres del pueblo se animan a preparar, de lo cual cocinan mucho en sus casas y traen al restaurante ya listo. Jóvenes de los dos pueblos cercanos te llenan el vaso de agua, limonada, o arak.

La comida fue fantástica – ensaladas de tabbouleh y fattoush, frescas y cítricas; cremas de berenjena, de garbanzo, y de yogurt (mouttabal, hummus y labneh, respectivamente); kibbeh nayyeh (un plato de carne crudo picado); pollo y pescado a la plancha. Había también shish barek (empanaditas de carne en una sopa de yogurt con eneldo), carne con frikke (trigo verde tostado), y mulukhiyah (estofado de pollo con algún tipo de hoja). Para postre, pescas, higos, melón y sandía, galletas al limón, y knafe, un postre árabe de queso dulce cubierto con migas de sémola y jarabe de azúcar.

El paisaje era tan estupendo como la comida. El restaurante ha sido construido en la falda de una montaña salpicada de árboles y ruinas de piedra, cerca de dos pequeñas iglesias. La mayoría de las mesas están al aire libre – algunos sobre grama verde, otros en el porche, todas colocadas para gozar el panorama del valle.


(Si te tienta, los detalles son los siguiente: $40pp por adultos, $20pp por niños, se recomienda reservaciones, tel. 0300-4481. En carro se tarda unos 75 minutos desde Beirut. Si no tienes tiempo por el viaje, hay otro sucursal de Tawlet en el barrio Gemmayze de Beirut, lo cual sirve un almuerzo buffet lunes a sábado por US$30pp.)

El restaurante es un esfuerzo transnacional e interreligioso, modelado en un proyecto de desarrollo en Jordania, su construcción financiada por asistencia suiza. Las cocineras y los meseros son de los pueblos cristianos de Ammiq y Niha, mientras el encargado y su esposa – quien es la jefa de cocina – provienen de un pueblo druso (una rama de Islam) en la reserva de cedros Shouf. Un pequeñísimo rayo de exitosa cooperación y co-existencia en una región asediado por conflicto.


Las montañas en el lado lejano del valle forman la frontera con Siria, menos de 20 kilometros de donde almorzamos. La montaña verde que se directamente arriba de la jarra de agua en la primera foto, y el pueblo encima de las montañas en la segunda foto pertenecen a Siria. Según el encargado del restaurante, bombardeos formaban una parte regular del paisaje auditorio hasta un par de semanas, cuando una facción o la otra (pienso que dijo los rebeldes, pero no puedo decir con certeza) tomó control de un pueblo o una región apenas en el otro lado de las montañas. Me pregunté si el ruido del bombardeo en las distancia afectó los apetitos de los que venían a comer a Tawlet durante aquellos fines de semana anteriores. Escuchamos lo que posiblemente eran tiros en la distancia a un cierto momento – lo cual en Líbano podría significar que escuchábamos cualquier cosa desde una celebración de un cumpleaños o un discurso político, hasta bombardeos en Siria – y nos pusimos tensos mientras esperábamos para ver si los ruidos continuaban, relajando solo cuando no volvimos a escucharlos.

Así que comimos y nos reímos más, continuando, como siempre hace la humanidad, a pesar de los tiempos difíciles.

*    *    *

Naturalmente, la vida puede cambiarse en un instante, y hasta mientras yo escribía esta entrada, escuché las noticias sobre la evolución reciente de la situación: puede que se evitará un ataque de parte de los estadounidenses si las armas químicas sirianas se dan a la Rusia.

Puede ser que el indulto sea temporánea, pero aquí en Líbano nos lucimos al juego de esperar. Por ahora, se siente como Líbano ha respirado un suspiro colectivo de alivio.

*Para los que no conocen, «Lo que sucede a Vegas se queda a Vegas» es el lema popular que la Ciudad del Pecado (Las Vegas) empezó a utilizar para promocionarse hace unos años. Interesantemente, durante la búsqueda para el link al artículo de Foreign Affairs, encontré otro artículo con casi la misma frase, también del mes de julio, pero publicado en la revista New Statesman,– con crédito al exdirector de planificación de políticas al Departamento del Estado de los EEUU Dennis Ross. No sé quién lo dijo primero, pero es innegable que tenían toda la razón.

Disociación

Tengo una entrada ya escrita para este blog sobre el alfabeto árabe. Pero los eventos recientes a Líbano incluyen coches bomba mortales a Trípoli, informes sobre guerra química a Siria, y mísiles israelíes llegando en la valle cerca Naamé – un pueblo que visité en junio, para conocer refugiados sirianos que la ONG libanesa “Cedars for Care” ha apoyado. Publicar un blog sobre la ortografía árabe me parecía un poco…. disociado de la realidad.

Disociación es una palabra poderosa a Líbano. Es la política oficial nacional sobre el conflicto en Siria. Líbano no apoya ningún lado del conflicto, con la esperanza de prevenir que el país se sumerja en conflicto. (Es decir, no se toma lados oficialmente – pero obviamente hay individuales y grupos sinfín que son fervientemente partidista.)

A veces me parece que la disociación es la única manera atravesar la realidad. Líbano no se haya sumergido todavía, pero los señales indican claramente que se está hundiendo poco a poco en conflicto. Como una extranjera, tengo el lujo de abandonar el barco antes de que se hunda. Pero por la duración que logra flotar, la vida sigue como siempre. La vida cotidiana disocia de la realidad del conflicto. Las carteleras anuncian mochilas e insumos escolares, y me abastezco. Llamo centros deportivos sobre clases para los niños, y organizo una sesión a prueba. La construcción de nuevos edificios sigue con estrépito y despacha polvo en el aire.  Mi esposo cenó en uno de los restaurantes más prestigiosos en Beirut el lunes – y a pesar de ser lunes, el local estaba lleno.

Y hay veces que los mundos incongruentes tocan. Una cena tranquila, con las ventanas abiertas al aire cálida del verano, se ve interrumpido por el ruido de helicópteros de las NNUU que practican simulacros en un campo de aterrizaje cercano. El coche bomba del 15 de agosto en la periferia sureña y los mísiles apenas al sur de Beirut a Naamé me llevan a cancelar planes a visitar la playa en el sur, y organizo actividades para los niños que me llevan otra dirección. El manual para padres y madres de escuela ha sido revisado para el nuevo año escolar, y veo que junto a las reglas de siempre sobre comportamiento y vestido adecuados, hay una nueva sección, que se titula “Disturbios Civiles, Desastres Naturales, y Pérdida de Comunicación.” Se informa a los papás y mamás que la escuela tiene bastante “agua fresco, leche en polvo, cereal, galletas y té en caso de una estadía de una noche.” (¿Te para niños de primaria?  Pero me estoy alejando del tema. Obviamente, sería el problema menor.)

¿Mis planes por ahora? Preparo la chaqueta salvavidas: voy a asegurar que tengo nuestros documentos organizados y un plan B en desarrollo, por si acaso las cosas llegan a necesitar pasos así. Pero por hoy la barca está, gracias a Dios, todavía flotando, y mis planes más urgentes son qué preparar para la cena, y cómo voy a entretener los niños durante estos últimos días del verano antes de que empieza la escuela. A decir la verdad – todavía me alegro estar aquí, sigo disfrutando Líbano. Los eventos recientes me duelen el corazón, pero me alegro de estar en esta barca.

Barca en aguas libanesas cerca a Biblos, un imagen de fondo descargable a DiscoverLebanon.com

Barca en aguas libanesas cerca a Biblos, un imagen de fondo descargable a DiscoverLebanon.com

Agujero en la Pared

En los EEUU, utilizamos la expresión «agujero en la pared» para describir un pequeños negocio sin pretensiones, típicamente un bar o restaurante. Hay bastante «huecos en la pared» a Beirut:

Restaurantes, que podrían encajar en cualquier ciudad desde Beirut a Bogotá:


Negocios, como esta pequeña zapatería:


Bares, como este que tiene un lindo sentido de humor (se llama precisamente «Hole in the Wall» – agujero en la pared):


Y luego hay los agujeros totalmente literales:



La tragedia es que los agujeros literales en las paredes superan en número a los figurativos , y por mucho.

A pesar de la restauración en curso de los edificios históricos y la construcción perpetuo de torres nuevas y brillantes, los recordatorios de los estragos de la guerra civil libanesa son evidentes en casi todo edificio a Beirut que existía antes del 1990.

¿Cómo era la vida para los que vivieron todos aquellos tiroteos?

Un amigo en Honduras, un país que lucha contra un aumento sin fin de criminalidad, comentó recién en Facebook sobre la teoría sociológico del «vidrio roto»: investigadores encontraron que era más probable que criminalidad aumentara si un carro estacionado en el barrio tuviera sus vidrios rotos, y no intactos.

Se debate si esta teoría es una co-relación o una causa, y la realidad a Beirut es que a pesar de los agujeros de balas y los edificios bombardeados, hay bien poca criminalidad por la calle. Pero, ¿tendrán otro efecto aquellos vestigios de la guerra?

Día tras día, los libaneses pasan por edificios que han sido perforados por los proyectiles. ¿Cúal será el impacto psicológico, para la gente cuyos días y noches fueron interrumpidos por el estrépito de tiroteos y el silbido de cohetes?

Tal vez hay una manera de ponerse anteojeras que permite a la gente seguir adelante. Me asusta igual.

Por eso me alentó escuchar del trabajo de Offre Joie (la alegría del acto de dar), un grupo de voluntarios, principalmente jóvenes, quienes trabajaron a reparar los edificios de la calle Ibrahim Mounzer – la calle en mi barrio donde explotó una bomba el octubre pasado.



Se nota en la tercera foto que las reparaciones no se han completados cien por ciento – pero casi. El gobierno no proporcionó las reparaciones, y la gente se negó dejar los daños tal como estaban, y se esforzaron enormemente para ayudar a los demás. ¿Hay duda que los jóvenes son la esperanza del futuro? No hay «slacktivismo» acá, sino gente que se compromete a trabajar, y duro.


Para los a quienes les interesa el tema, hay un lindo video de unos minutos con mas detalle sobre este trabajo:

 

No se duda nunca que un pequeño grupo de ciudadanos considerados y comprometidos pueden cambiar el mundo; ciertamente, es la única cosa que lo ha hecho. – Margaret Mead

12 Meses de Vida a Líbano

A las siete de la noche hoy, hace un año que llegué a Beirut, lista para empezar una nueva aventura.

En honor de la ocasión, quise compartir 12 imágenes – uno para cada mes – ojeadas a la Vida a Líbano.


Y aquí estoy, con mi querido guía al Líbano (publicado por Bradt), al Palacio Beiteddine, apenas ayer.


(Moon Handbooks es mi favorito publicador de guías turísticas por supuesto, pero no tienen un libro sobre el Líbano…. todavía.)